7.10.10

Extracto del libro GENERAL


Frase pegada en el muro de la pared de la Casa de la Memoria Sola Sierra, sede de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, donde conocí y entrevisté a Alicia Juica,
esposa de un detenido desaparecido. Alicia me prestó esta imagen para la exposición. Es la última foto de la familia completa de vacaciones.




Alicia me trató tan bien, una mujer buena y hermosa.
Estuvo tan abierta a hablar, a reflexionar. Mientras la retraté fuimos una mente, nos comunicamos sin miedo, en armonía, es lo que recuerdo. Sus ideas resonaban en las mías.
Alicia me habló y recordó la fuerza de las madres, de ese amor que nos une a todo lo vivo, de esa fuerza que nos habita aun cuando todo nos parece injusto e inútil. También habló de mi generación, de lo que nosotros tenemos que hacer: no olvidar y recordarlas a ellas a las primeras buscadoras. Recordar su valentía y su amor, pues fue el amor el que las guío para seguir buscando, para no detenerse ante los inmensos obstáculos,las barreras políticas y sociales, a ellas las guío el amor a un ser querido y eso las convirtió en líderes de la batalla para seguir siendo madres, mujeres y ahora abuelas,capaces de acojer las causas más pérdidas, esas que nos llevan a volar,las que nos dan un propósito más allá de este mundo material.
Curiosamente no le gustó mi retrato , y en el fondo lo comprendo, su apariencia es lo de menos y por eso es que el retrato para mi es una excusa, una excusa para acercarme a un otro y que no me tenga miedo. Es una forma de decirle, te quiero hacer bello, no te tengo miedo, no te quiero hacer daño, te quiero conocer...
Varios días después una vez terminada la exposición fui a la Villa Grimaldi, a la presentación de un libro. Y ahí en el memorial encontré el nombre de su marido, que diferente fue descubrirlo después de haber estado con ella, el nombre tenía profundidad, había alguien humano y amado detrás, alguien sencillo, accesible a todos, un hombre.

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